15.3.06

Las leyes de la oligarquía universitaria

La Universidad pública española se estructura, como bien sabemos quienes sufrimos sus disfunciones, sobre la base de las relaciones impersonales. Esto es cierto tanto en lo que se refiere al trato que se dispensan los docentes entre sí como a la relación que mantienen éstos con sus alumnos. La comprensión de las razones de índole personal y las consideraciones emocionales se inhabilitan por la frialdad de las reglas; mientras, los asuntos se van encajando de forma automática dentro de un sistema de categorías burocráticas, fijado rígidamente, que anula cualquier particularización de los mismos. Ahora bien, este tratamiento impersonal de los asuntos revela al instante la arrogancia, la altivez y la displicencia del sistema universitario español, más aún entre quienes se obsesionan con la resolución de un problema propio no contemplado en la normativa. Todo ello agravado, además, por otro defecto de naturaleza estructural: que el burócrata, independientemente de su puesto en la jerarquía universitaria, actúa como representante del poder y prestigio de la estructura entera, lo que da lugar a la “ley del mastodonte esclerotizado”: A través de un encadenamiento de argumentos burocráticos, el catedrático X llega a estar a la cabeza de un Departamento de Y responsables, cada uno con su correspondiente cargo académico. Pudiera pensarse que el trabajo, repartido entre todos, ha disminuido considerablemente para cada una de ellos. Todo lo contrario. Porque estas personas fueron elegidas arbitrariamente, no sobre la base de sus méritos y capacidades, y se dan tanto trabajo las unas a las otras que están todas ocupadas al máximo y, por tanto, X está más sobrecargado que nunca. Dicha ley podría basarse en otra más elemental, la “ley de los enlaces o vínculos” y que reza así: “ Al aumentar el número de conexiones entre las unidades de la organización, el trabajo tendrá que expandirse para mantenerlas”. La meta inicial de la eficacia a toda costa puede convertir al Departamento en cuestión en una máquina que produce incesantemente actos de nepotismo y prevaricación para alimentarse a sí misma, y sucede como en el caso de la comida-basura que consume en su digestión más calorías de las que aporta. Lo más triste de todo es que, en ocasiones, el objetivo de eficacia responde no a los principios de la excelencia académica e investigadora, sino al lucro personal o al solo ansia de poder. Rige, entonces, la “ley de hierro de la oligarquía” (Michels) y su consiguiente creación de normas que protegen la reproducción del sistema y su aparato burocrático. Al respecto, cabe recordar, tal y como asevera Etienne Condillac, que "en tiempos de corrupción es cuando se dictan más leyes".

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Merece la pena conocer este caso:
Nepotismo catalanista en la Universidad

http://www.elconfidencial.com/rincon/indice.asp?edicion=12/04/2006&pass=

2:08 p. m.  

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